Si estás aquí es porque estás preguntándote cómo superar una ruptura de pareja de muchos años. Hoy nos vamos a meter de lleno en la fase emocional del duelo, que es la que, con diferencia, nos suele costar más saber manejar. Quédate y te cuento.
Tabla de contenido
Rabia
Una de las razones por las que más nos cuesta desapegarnos de una pareja es por la cantidad de tiempo y esfuerzo invertido en la relación, representada 100% en la arquetípica frase:
— Te di los mejores años de mi vida.
De alguna manera es como si el esfuerzo invertido en la relación no hubiera servido para nada. Sobre todo, si tenías planes más a largo plazo, como pasar la vida entera juntos, casarte, tener hijos o ser enterrados en el mismo nicho.
Es cierto que la realidad es más probable que se parezca a compartir esos años y no a darlos, a crecer y pasar buenos momentos pero, aunque lo lógico es pensar: ¡Que me quiten lo bailao! Y a otra cosa mariposa, aquí sabemos que la razón va por un lado y la emoción por otro.
Así que es normal que te sientas frustrado, decepcionado, enfadado, celoso, etc. Son normales las conductas de protesta ante lo que pudo hacer y no hizo tu ex o lo que sí hizo, pero no te gustó.
Es decir, rabia. Pura y dura.
La rabia es la respuesta natural a la agresión y una ruptura es una agresión. No deja de ser que estabas viviendo en una situación de homeostasis, de equilibrio y normalidad, que se ha roto.
De hecho, otro buen indicador de que la herida está más o menos curada es que te alegres sinceramente por el bienestar de tu ex.
A lo mejor me dices, pero Bea, ¡Pues claro que quiero que le vaya bien! ¿Por qué clase de persona me tomas?
Pues por un ser humano, ni más ni menos. Y si sientes rabia, una emoción que ya hemos visto que es normal y necesaria en el duelo, es probable que gran parte se dirija hacia tu ex.
Pregúntate, ¿sería capaz de verlo/a con otro/a? ¿De que me contara sus affaires? ¿De alegrarme si de repente empieza a ganar pasta gansa?
Si no es así, no worries, no eres el anticristo, sencillamente tienes sentimientos (¡HURRA! ¡Estás vivo!) y te hace falta tiempo.
PELIGRO: quedarse atrapado en la espiral de odio y resentimiento.
¿Cómo salir?
Hay que darle una expresión sana a la rabia. Date permiso para sentirte enfadado, tan sólo el hecho de que algo que valorabas se haya acabado, es suficiente para que sientas rabia.
Sin embargo, rumiarla o entrar en juegos psicológicos para vengarte de tu ex, no harán más que enquistar esta emoción.
Guardar rencor es como sujetar un carbón caliente con la intención de lanzárselo a alguien más, es uno el que se quema.
– Buda –
Es importante que no te quedes con el carbón en la mano, lánzalo (a ser posible, no contra tu ex). Puedes escribir, gritar (si no hay nadie cerca), salir a correr, incluso estallar papel de burbujas.
Tristeza
Si hay una emoción que es paradigmática del duelo, esa es la tristeza. Para superar cualquier pérdida, hay que atravesar un periodo de dolor y sufrimiento. Esto no te lo puede evitar nadie.
Y la tristeza, aunque es una emoción mucho más aceptada socialmente que la rabia, también suele ser mucho más incómoda.
Pero en general, mientras que la rabia la podemos dirigir hacia fuera, la tristeza la solemos experimentar dentro y favorece que nos sintamos desvalidos, aislados e inseguros.
Lo más probable es que, cuando sientas tristeza, pienses que nadie en el mundo lo ha pasado tan mal como tú lo estás pasando ahora mismo y que nunca lo vas a superar.
«En realidad, los seres humanos somos muy complejos comparados con otras especies, pero entre nosotros somos muy parecidos. No hay nada que le pase a uno que no le haya pasado o le esté pasando a muchísimas otras personas.
Aun así, a menudo, cuando sufrimos, tenemos la sensación de que nadie más se siente como nosotros, tan infeliz, tal perdido, tan ansioso, tan incómodo con uno mismo o con el resto de gente que nos rodea… Estamos desamparados, no sabemos a quién acudir o quien nos va a poder ayudar. Quien nos va a comprender».
– Sivia Congost –
El cerebro tiene la tendencia a pensar que la situación que está pasando actualmente, sobre todo si es emocionalmente desbordante, se mantendrá para siempre.
Pues bien.
Recuerdas esa escena de Amelie en la que ella se pregunta: «¿Cuántas parejas estarán teniendo un orgasmo ahora mismo?»
Pues te aseguro que con las rupturas es exactamente igual. Sólo en España, rompe una pareja cada 5 minutos.
Aun así, tu cerebro sólo verá a partir de ahora y hasta que te recuperes, parejas felices everywhere. Y no sólo es posible que las vea más felices de lo que realmente son, es que, en este mismo instante, mientras lees este artículo, tu cerebro ignora que hay miles de personas que han roto sus relaciones y que están sufriendo lo mismo que tú, y pensando que «no lo van a superar nunca».
Y lo superan.
De todas formas, el pensamiento de que nadie ha sufrido tanto como tú vendrá a tu cabeza. No se trata de que intentes que no venga. Ni que te critiques por pensarlo. Eso es sumarle sufrimiento al sufrimiento y darle más munición a tu mente para que te machaque. Recuerda el experimento del oso polar.
Si todavía no sabes de que te hablo, te recomiendo que hagas click en este enlace, bajes hasta la foto del oso polar y hagas el experimento (no te llevará más de dos minutos).
PELIGROS: quedarte atrapado en la tristeza y caer en la depresión.
No abandones tu vida
Todas las emociones llevan aparejadas lo que se conoce en psicología como tendencias de acción. Esto es un patrón de movimiento, es decir, un empujón o impulso que te anima a hacer algo.
En la tristeza, el impulso puede ser llorar, hacerte un ovillito debajo de las sábanas o desaparecer.
Puedes atender este impulso a veces, pero, si empiezas a hacerle caso cada vez que aparece, es probable que vayas abandonando o dejando de construir, actividades en tu vida que sean gratificantes y significativas, lo que te hará sentir cada vez más solo y vacío.
La dificultad con cualquier emoción está en saber cuándo la estamos expresando sanamente y cuando, quizás, no estemos revolcando en el fango aumentando nuestra agonía y malestar.
Tendrás que aprender a concederte espacios de expresión sin dejar que la catarsis emocional se coma toda tu vida.
Pero, una cosa muy importante, casi con toda seguridad, ni tendrás ganas ni te apasionarán tanto las cosas como antes.
Pensar que necesitas estar motivado para levantarte por las mañanas y hacer cosas es la típica trampa en la que puedes caer en una recuperación.
Supón que eres un deportista de élite y, un buen día (o malo, según se mire), te rompes una pierna. No vas a poder correr como antes de ayer. Necesitas un proceso de recuperación.
¿Te imaginas a ese deportista diciendo: «Soy un desastre, no valgo para nada, ayer podía correr una ultra maratón y hoy no puedo ni dar media vuelta a la manzana»?
Ese deportista seguramente no se sentirá especialmente entusiasmado por tener que hacer rehabilitación durante meses, pero no por eso abandonará los ejercicios.
Como dice la psicóloga Marina Díaz:
«No necesitas motivación, necesitas motivos».
Importante: en tu más o menos profunda búsqueda de soluciones en Google, es posible que hayas dado una y otra vez con el manido consejo de «para superar una ruptura, contacto cero y gym».
No seré yo quien critique el deporte, pero, si nunca te ha interesado lo más mínimo el gimnasio, ¿por qué iba a ser ahora el momento de ponerse a ello?
Que lo mismo sí, lo mismo a ti te encanta, pero igual eres más de hacer crochet, yo que sé.
A lo que me refiero es a que no aceptes una solución multiusos y pienses que hay algo malo en ti si no te funciona.
Pregúntate por el tipo de vida qué quieres tener: ¿Qué actividades son/eran significativas para ti que quizás has abandonado? ¿Cuáles te acercarán al tipo de persona que quieres ser? ¿Qué es eso que siempre quisiste hacer, pero para lo que nunca sacabas tiempo?
Haz una lista y luego implícate día a día en ellas.
El mito de Sísifo y el sentido del dolor
A lo mejor conoces este mito, pero por si acaso no, te lo cuento:
Sísifo fue un hombre que hizo enfadar a los dioses por su extraordinaria astucia (los dioses y su narcisismo, en fin). El caso es que fue castigado a subir un peñasco hasta la cima de una colina, pero cuando llegaba arriba, la piedra rodaba colina abajo y él tenía que volver a empezar el trabajo.
El sufrimiento de este castigo radicaba en la inutilidad de su esfuerzo.
Los humanos queremos sentir que lo que estamos haciendo sirve para algo. Encontrarle un sentido al sufrimiento.
Puede que te hayan asaltado pensamientos del tipo: ¿Lo estaré superando o estaré cayendo en una depresión? ¿Lloro demasiado? ¿Estoy tardando demasiado en superarlo? «Quizás ya debería estar mejor».
La tristeza es la emoción que te ayudará a despedirte, le indica a tu cerebro que has perdido algo. Sin tristeza tu duelo se quedará incompleto.
Me ha encantado la guía. Te animo animo a que la continúes, ya que escribes muy bien y muy claro. Echo en falta en esto de las rupturas de pareja de muchos años el tema de hijos. Muchas cosas son muy difícil de hacer cuando existen hijos de por medio. Saludos.
Hola,
Muchas gracias por tus palabras, la tercera parte estoy pendiente de publicarla, llegará seguro. Y tengo en cuenta esto que me dices del tema de los hijos para poder aportar algo que sirva a este respecto.
¡Un saludo!