Hoy os vengo a hablar de una historia, en un libro, en un documental y en un vídeo, acerca de un tema controvertido: los mundos del autismo.

Como ocurre con muchas otras psicopatologías, o te especializas en el tema o todo lo que tienes es una amalgama de ideas preconcebidas, suposiciones, juicios y una imagen a medio construir por lo que has ido oyendo, viendo o te han contado.

Quizás una comprensión profunda del autismo tenga que ver con moléculas, neurobiología, farmacología, biología, teorías dinámicas, relacionales, ambientales y un amplio etcétera o quizás no.

Quizás existe un acercamiento humano al autismo, un acercamiento al que todos tenemos acceso sin necesidad de ser expertos. De este acercamiento habla María y Yo.

Conociendo el mundo autista de la mano de María

María y yo es un libro asequible, muy tierno y muy experiencial. En él Miguel Gallardo, el ilustrador del cómic y padre de María, nos cuenta unas vacaciones en Canarias con su hija, una niña con autismo, con las obvias dificultades y diferencias que esto supone respecto a unas vacaciones estándar. El libro comienza así:

“María tiene 12 años, una sonrisa contagiosa, un sentido del humor especial y tiene autismo”.

Como María entiende y estructura el mundo gracias a los dibujos que le hace su padre, Miguel ha querido hacernos a nosotros los mismos dibujos, explicándonos como es la vida de María, para que la entendamos. Miguel tiene la habilidad para acercarnos esta relación de forma tan natural y espontánea que consigue que una parte de María se cuele dentro de todos nosotros.

El lenguaje

Apreciable es cómo maneja el lenguaje y la relación autista.

Al final, el lenguaje, ya sea verbal o no verbal, es simbología y todos tenemos esta capacidad de simbolizar. Generalmente, compartimos con los de nuestra cultura un código común que nos permite entendernos y que no es igual que el que tienen en otras culturas, ni tampoco los autistas. Una de las mayores dificultades, por lo tanto, reside en comprender estos códigos y comunicarse a través de ellos.

Por ejemplo, Miguel habla de que a su hija María le gusta pellizcar. Si no somos padres de un niño autista o no trabajamos con ellos puede que nos quedemos en nuestra particular simbolización y lo interpretemos como algo molesto. Aunque quizás detrás haya una persona tratando de comunicarse.

Miguel ha aprendido ese código y sabe que eso, para María, significa cariño o estar contenta. Como él dice “lo demuestra a su manera”.

Así, entender a los autistas y comunicarse con ellos es simplemente (o no tanto), aprender su lenguaje y su manera de expresarlo. Los significados escondidos detrás de sus gestos, sus dicciones, sus estereotipias y los distintos marcos donde este puede ser plasmado y transmitido (dibujos, escritura, música…).

En el libro, Miguel nos presenta varias de estas adaptaciones del lenguaje en clave cómica.

María no habla mucho, ni en el libro ni en el documental, sin embargo, es curioso cómo no se necesita hablar tanto para transmitir mucho.

Miguel habla de como un “tú y yo” de María antes de dormirse le parecen las palabras de cariño más bonitas. Nosotros también a veces le damos preponderancia al lenguaje verbal, cuando el lenguaje gestual, incluso si es en forma de incómodos pellizcos, puede atesorar un mar de significado.

¿Qué enseña María y yo?

Incluso siendo psicóloga, o quizás más por serlo, me doy cuenta de que tendemos a estereotipar los trastornos, de manera que tenemos un modelo mental de lo que es “un autista”, “un esquizofrénico”, “un depresivo”.

Estos son modelos basados en ciertos rasgos característicos del trastorno que tratamos de aglomerar y moldear en nuestro habitual devenir organizativo y estructurante.

Cuando, sin embargo, nos topamos con una de estas personas en la vida real, resulta que son tan únicos y tan diferentes entre sí (y de nuestro modelo mental) como lo somos todos nosotros.

Creo que es esta idea la que Miguel, con su sutil ironía que nadie logró comprender, quiso transmitirnos cuando le puso a María esa camiseta que decía “I’m unique, just like everyone else”.

Además, me encanta como Miguel, rompe un poco con el mito de “la inclusividad”. Pide atención y mejores oportunidades para María, porque sabe que ella de verdad las necesita. Es importante saber que los niños con necesidades especiales necesitan atención especial y es una responsabilidad paterna facilitársela. Miguel no ignora ni niega el autismo y es gracias a eso que puede explicar de una manera tan didáctica las “costumbres” de María.

Por ejemplo, que como muchos otros autistas, María tiene una habilidad especial para recordar los nombres de todas las personas que conoce. Miguel ha encontrado una forma singular de acceder a ella mediante los dibujos que le hace de la gente a la que conoce, que son, como el los define, la llave de sus recuerdos y le permiten mantener el mundo organizado.

Por otra parte, nos acerca tanto a María, con su historia de lo cotidiano, que sólo puedes acabar pensando que son muchas más las cosas que nos unen que las que nos separan. *Sonreí al leer que María dormía abrazada a una almohada, una costumbre que yo tengo desde que era pequeña.

 

Referencias

Después de leer el libro y ver el documental sentí que seguramente vivir con un autista es vivir a otro ritmo, celebrar cada pequeño paso que da, inventar y crear nuevas formas de comunicación para acceder a esa isla en dónde ellos se aíslan; una experiencia, difícil, dura, única y extraordinaria.

Os dejo los enlaces al documental y al cómic en Amazon.

Libro María y yo

Documental María y yo